Lectura del libro: «Cómo decidimos» de Jonah Lehrer

 

Este libro de Jonah Lehrer sobre Cómo decidimos,  llegó a mis manos cuando andaba revisando libros sobre PNL en la Casa del Libro en Paseo de Gracia, Barcelona, para entender mejor las clases que estaba tomando en el curso de Master Practitioner que nos dictaba Xavi Pirla. Ah! me encantan los libros. soy un BookWorm. El título me atrapó. ¿Cómo aprender a tomar mejores decisiones? Uff! ¡eso lo quiero saber yo!

En mi primera ronda de lectura, el libro lo dejé por la mitad y se quedó cogiendo polvo. Espera, sigue leyendo.

¿Por qué lo dejé de leer? Porque me fastidiaba leer introducciones muy largas en cada capítulo y yo quería que me diera la respuesta, la fórmula y no parecía que me la iba a dar así tan fácil. Un libro con muchos datos y relatos. Me aburría. Hasta que…

Hace unas semanas, en mi tercer año del curso de técnicas gestálticas, Antonio Sellés nos mandó una lectura sobre “la teoría del campo”, un análisis realizado por él sobre este tema. Noooo, no es el campo de flores y árboles, es otro campo. ¡Averigua! Y me doy cuenta que no entiendo un párrafo y se lo pregunto, y me da un ejemplo para entenderlo. Yo le digo, ah! es que tanta teoría se entiende mejor con ejemplos. y ¡PUUUUM!

Me cayó un rayo de iluminación en mi cabeza cuando vi el libro en mi mesita de noche ese día

¡Claroo! SIN todos estos ejemplos, no entendería lo que Lehrer quiere decir. ¡Sería un tocho de libro incomprensible!

Así que me emocioné y comencé el libro de nuevo, con unas ganas de aprender increíbles y a dar la bienvenida a todos los ejemplos que Lehrer contaba a lo largo del libro para que la información se grabara mejor en mi memoria, y al final ¡Tomar mejores decisiones!

Resumen

Escribir un resumen corto del libro es todo un reto. Casi se podría dar un curso basado exclusivamente en este libro. Voy a ello:

Dos áreas cerebrales

El cerebro toma decisiones a través de dos grandes áreas: cerebro emocional y el cerebro racional. El cerebro racional (ubicado en la corteza prefrontal) se ocupa de las decisiones que tomas utilizando la razón, el análisis, la lógica y el cerebro emocional es el que toma las decisiones basado en los instintos, las percepciones, los sentimientos. Cada sistema está centrado en las áreas en la que goza de una ventaja comparativa. Coexisten en un equilibrio perfecto y cada región sabe hacer lo suyo. Así que el kit de la cuestión, es saber cuándo utilizar uno y cuándo utilizar el otro.
Para tomar mejores decisiones es importante que tomes conciencia de tí misma, que evalúes con sinceridad tus defectos y aptitudes, tus puntos fuertes y tus puntos débiles, te mantengas de buen humor y así puedas tomar las decisiones cada una dentro de su contexto, emocional o racional.

Entre problemas sencillos y complicados

Si el problema al que te enfrentas tiene pocas variables a estudiar, o sea, aspectos a evaluar, lo mejor es el racional. ¿Cómo saber si tiene pocos aspectos? Lo mejor es colocarlo en términos numéricos. ¿Cuántos aspectos voy a analizar para comprarme un detergente? ¿un sofa?¿una nueva nevera?¿un yorgurt? ¿Son pocos? si son cosas que son casi todas iguales, lo analizas un poco y por lo general, te dejas guiar por el precio (racional).
Si son muchos los aspectos y la decisión es compleja (escoger un sofa, un coche, un piso, un ordenador, un móvil), analiza los aspectos concienzudamente y luego deja que tus emociones elijan. Las has alimentado con toda la información y ahora hay que dejarlas trabajar. Lehrer dice que pensemos menos en las cosas que nos importan mucho. No tengas miedo que tus emociones elijan. La abundancia de información crea problemas de atención.
Menciona que el cerebro emocional es como un elegante portátil, lleno de microprocesadores en paralelo y que el cerebro racional es una calculadora pasada de moda, aunque una herramienta muy útil.

Si el problema es nuevo

Si el problema es sobre un suceso complemente nuevo, regúntate: ¿Cómo me ayuda mi experiencia a resolver este problema en concreto? si el problema NO tiene precedentes, no has vivido nada parecido, las emociones no pueden salvarte. Tienes que tomar una pausa, pensar y dejar que tu cerebro racional (memoria de trabajo) trate de resolver el problema de una manera creativa.
Si ya has vivido experiencias o has resuelto problemas parecidos, te puedes beneficiar de las sensaciones que están enraizadas en tu experiencia y en el cerebro emocional.

Si eres experta en un área

Si eres experta, no te pongas chula. Toma en cuenta que no tienes la seguridad y certeza de que todo lo que sabes es la verdad. Acepta los hechos imprevisibles en tu manera de pensar, acepta la incertidumbre, no lo sabes TODO. No hay una única manera de pensar en un problema. No entorpezcas tu juicio pensando que solo tú tienes la razón. Pon en duda tus creencias, deja que exista un debate mental y se enfrenten las teorías o hipótesis del problema que se esté analizando, dentro de tu cabeza y con las personas que discutas el problema. Se tu propio abogado del diablo.
Escribe lo que sabes del problema, lo que no sabes del problema y por último, lo que piensas del problema. Esto te ayudará a sacar una mejor conclusión del problema. Tu análisis puede tener puntos ciegos, no lo olvides, por más experta que seas.

Decisiones difíciles

Tu cerebro emocional tiene una enorme capacidad de procesar millones de datos en paralelo, lo descompone en trozos manejables y luego en sensaciones prácticas. Así puedes analizar toda la información que necesitas para evaluar alternativas. Nuestro cerebro emocional transforma los errores en episodios educativos, acumulando este aprendizaje y transformándola en tu experiencia. Ser experto requiere tiempo y práctica, y cometer errores de los cuales has aprendido. El saber de la experiencia, ayuda a interpretar situaciones y a analizar el mundo en términos prácticos para que sepas qué hacer en un momento dado.
Pero OJO, hay vece que no se puede ser impulsiva, hay que pensar por qué sientes lo que sientes y evaluar si las emociones te llevan por el camino de la experiencia o te llevan por un camino donde el origen es un problemas de percepción que hay que resolver. Hemos de pensar y sentir.

El ser humano es único en este planeta en esto: puede pensar en su propio pensamiento. Así que utilízalo. Se consciente del tipo de decisión que tomas del tipo de pensamiento que requiere. Esto te ayuda a evitar errores tontos.

Es muy útil ser consciente de que tu mente viene con defectos o patrones de pensamientos que distorsionan decisiones,

  • La aversión a la pérdida (pág. 90),
  • El sesgo de negatividad (pág. 95),
  • Error de ponderación (pág. 153),
  • La contabilidad mental (pág. 161),
  • El punto ciego del cerebro compasivo/comprensivo (pág. 193),
  • Condición para ansiar recompensas (pág. 206)
  • Reprimir las contradicciones internas (pág. 214).

Recordar que hasta las mentes más atentas y conscientes de sí mismas comenten errores. Lo importante es no desesperar, convertirte en el estudiante de tus errores y aprender de lo que salió mal. Piensa en cómo lo puedes hacer mejor la próxima vez y tus neuromas sabrán cómo actuar.

El cerebro siempre se mejora a sí mismo. Estimula el pensar con otras personas, compartir opiniones diversas, tomar en cuenta otras alternativas y esto dará pie a percepciones e ideas extraordinarias.

Aquí termina mi resumen.

Espero que les guste y seguimos por aquí. En Instagram @EmprendeEnDigital estaré publicando el título de esta semana.

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Un abrazo,

Gaby

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