Este post se lo dedico a Epicuro. Un hombre muy singular que vivió hace muchos siglos. Conocer a Epicuro ha sido todo un descubrimiento. Y se lo agradezco a Antonio Sellés, mi profe de técnicas gestálticas. Me he dado cuenta que todo lo que hoy en día se habla del aquí y el ahora, y estar en el momento presente, ya lo decía Epicuro hace más de dos mil años.

Epicuro recomendaba un modo de vida sin ostentación, generoso y afable, donde la felicidad es de este mundo y se consigue aprendiendo a saborear los placeres de una buena vida en compañía de los amigos.
¿Qué es mejor que sentarte a disfrutar de una tarde soleada con tus amigos, un vino, unas aceitunas y un producto de la tierra? ahh! por eso me encanta el mediterráneo. Creo que aquí se instaló el modo de vida de Epicuro.

Según Epicuro, la belleza se revela cuando aprendemos a disfrutar del presente sin estar a la espera del pensar en lo que podríamos obtener en el futuro, y sin estar continuamente recordando lo que alguna vez tuvimos en el pasado y ahora no tenemos.
“De todos los bienes que la sabiduría procura para que la vida sea por completo feliz, el mayor con mucho es la adquisición de la amistad”, o sea, tener amigos es lo máximo según Epicuro.

El placer del vientre

Considera que cuerpo es una única cosa, donde los cambios en el cuerpo son cambios en el alma y viceversa. No es el alma la que determina dónde está el bien y el mal o cómo hay que comportarse. Según Epicuro, establece un modelo para ello y es el placer del vientre.
De este placer solo se puede hablar de forma individual, ya que hay una infinita variedad de cuerpos, de estómagos y de bienestares. No todo es bueno, y lo que es bueno para un cuerpo, no lo es para otro.

El bien y el mal es algo que reconocemos mediante las sensaciones. La sensación es un indicador que no engaña. Podemos confiar en la naturaleza y que ella sea nuestra guia para entender qué es un bien o un mal para nosotros: el bien y el mal, el placer y el dolor, tienen su raíz en el vientre, en las sensaciones corporales.

La fuente de nuestras miserias

Defiende que no es el cuerpo la fuente de nuestras miserias, sino el impulso incontrolable de nuestra mente. Que lo que hay que limitar son los deseos, porque el descontrol mental produce deseos ilimitados que nos hacen infelices. En su filosofía se enseña a lograr que desaparezcan los deseos desordenados.

La sabiduría del cuerpo es simple. Un cuerpo vivo tiene necesidades que se traducen en sensaciones dolorosas. El cuerpo tiende naturalmente a hacer desaparecer el dolor a través de deseos naturales que nos calman y nos dan alegría. Tienes hambre, comes, tienes sueño, duermes. Pero el alma es ingrata y quiere más. Deseas cosas más allá de tu bienestar natural, son deseos innecesarios porque aunque los sacies, siguen produciendo dolor. Quieres más. Generan más perturbaciones que satisfacciones.

Epicuro nos plantea que realicemos un cálculo del dolor, es decir, que calculemos cuánto dolor y cuánto placer nos llevará conseguir ese deseo. Y como resultado, decide si eliges o no el placer y si descartas o no el dolor. Porque hay placeres que producen dolor de estómago, pero hay medicinas que saben mal y curan. Es cuestión de sopesar.

Hay deseos que según Epicuro son nocivos, como la fama, la riqueza y el poder porque producen perturbaciones y sufrimientos. Según él, son innecesarios e innaturales. Pero además explica, que si por casualidad te haces rica siendo feliz, todos estos bienes te harán una persona más generosa.

Epicuro quiere enseñarnos a deshacernos del miedo a la muerte. Quiere que aprendamos lo siguiente de memoria:

Cuando soy, la muerte no está, y cuando la muerte está, ya no soy”.

 

Cuando eliges comida, eliges la más agradable, no la más abundante. Por ello, no elijas alargar tu tiempo de vida, sino disfrutar de lo más agradable que la vida nos depara. Eso es saber vivir según Epicuro. Y también es saber morir.

Gozar de la amistad

Mejor que suspirar por lo que no tenemos o llevar una existencia poblada de sueños, miedos y fantasías, sería mejor que aprendiéramos a gozar los bienes que poseemos, como la amistad.

La amistad es un bien que combate el mal de la temporalidad. Te permite estar contenta con la seguridad de que siempre tendrás amigos en los que confiar. La amistad permite gozar del presente. Los amigos te permiten gozar del presente. La perfección de la felicidad, ese instante de equilibrio y armonía, está todo ella allí, en ese día, en esas horas, siempre y cuando las vivas con confianza que la existencia de tus amigos te aporta.

La amistad no es un deber, no implica obligaciones. Todo lo contrario, la amistad es la libertad. No es un medio para alcanzar beneficios ni deber con los demás. Una comunidad de almas en el placer que se realiza a través del contacto. Los encuentros epicúreos se repetían en días señalados a alrededor de un vaso de vino, aceitunas, higos, queso y discusiones filosóficas. Tal como se hace alrededor del mundo, los amigos y amigas reunidos, compartiendo unas copas, unos cafés, una comida y una conversación animada.

 

Te sientes epicúreo cuando compartes las alegrías y las risas con tus amigos, y no cuando compartes las tristezas ni te compadeces para producir dolor en el otro.

Para él, un amigo debe ser valiente y decir todo lo que piensa, encontrar el momento apropiado para decir la verdad. Este momento apropiado lo consigue observando y prestando atención, porque debe ser un momento de simpatía recíproca, donde consigue la atención de su interlocutor. Está arriesgándose a perder la amistad, pero puede contagiar al otro de su valentía y hacer que lo reconozca como un verdadero amigo, consiguiendo juntos salvarse de la ignorancia y la infelicidad.

El secreto de su prestigio fue promover un estilo de vida amable, placentero, sabio, equilibrado y feliz al construir una convivencia amistosa.

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Hasta aquí el resumen de este libro corto. Me encantó leerlo.
El estilo de vida Epicúreo es realmente lo que me gusta a mí. Sentarme con mis amigos/as alrededor de una comida, una cerveza, vino o café y unas buenas discusiones filosóficas.

Pregunto, ¿Y a tí? ¿Te parecería decir toda la verdad a un amigo, como un acto de valentía? Según Epicúreo, eso es lo que diferencia un verdadero amigo de quien no lo es.

Lectura del libro: Amistad según Epicuro, por Maite Larrauri e ilustrado por Max.

Hasta el próximo libro,
Gaby

 


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